16 mayo 2009

MEMORIAS DE UN IMBÉCIL




Os dejo un texto que he "pillado" por internet para reflexionar un poco:

Como muy bien saben los miles de millones de lectores de mi última obra menestra “Yo terrícola”, esta magna obra literaria pretendía terminar, a modo de colofón, con un relato autobiográfico que no pudo ser adecuadamente completado a causa del acceso de diarrea súbita que sufrió el autor, es decir, yo, pero eso sí, en otro plano temporal, en otra dimensión… Ahora me encuentro mucho mejor.
Así pues, volveremos a la autobiografía asumiendo, por supuesto, las intromisiones de mi subconsciente juguetón.
Yo no vine al mundo, que yo sepa, a mi me trajeron. De hecho siempre he sido más vago que la chaqueta de un guardia… Bueno, quiero decir que muy vago. No empecemos a meternos ya con la ley. Al decir vago, me refiero más a la vaguedad que a la holgazanería.
Como decía, me trajeron al mundo en un día que a partir de entonces habría de ser fecha señalada de obligatorio homenaje.
Se puede decir con toda justicia que mi madre alumbró ese día y teniendo en cuenta la calidad del ser recién nacido, o sea, el menda, se podría decir con más propiedad que deslumbró, aunque aún era demasiado pronto para calibrar el alcance del neonato. Al parecer, apenas me diferenciaba de mis contemporáneos de la sala de maternidad. Solo conseguí destacar en algunas cuestiones menores, de hecho, incluso yo mismo era un completo ignorante acerca de mi notoriedad.
Mi memoria sobrehumana me retrotrae a aquellos momentos y solo recuerdo incertidumbre, frío e incomodidades. Se acabó ese cálido baño de líquido amniótico, el entrañable ciclo fetal, libre de presiones, exento de preocupaciones y lo peor… se acabó el no dar golpe.
El inconmensurable talento con el cual el destino me había dotado, podría haberme hecho llegar muy lejos ó subir muy arriba, según se mire, lástima que toda esa ingente genialidad desapareciese a los cinco segundos desde el momento en que ese tipo con bozal y bata verde me pegara en el trasero en lo que fue la primera agresión física de que fui objeto. Eso fue lo primero que ví del mundo. No se cual fue el motivo, así que no pude dejar de preguntarme ¿Para eso me han traído? ¿Para darme de palos?
Lo primero que hice fue llorar...
¡Ngueee! ¡Ngueeee! Grité con toda la fuerza de mis diminutos pulmoncillos.
El bautismo fue un completo aburrimiento, no se puede decir que tenga una gran impresión de mi toma de contacto con el mundo eclesiástico, excepto que me llevaban en volandas a todas partes.
No estuvo nada mal ser niño y jugar. En esa etapa, nada me daba pereza, es más, yo era especialmente instigador, siempre alentando a mis compañeros de juegos. Recuerdo perfectamente mi precoz deportividad, dejando ganar siempre a los demás en las carreras de triciclos y colocándome las plumas de indio en los pseudo westerns del juego simbólico.
No me gustaba el cole. Me gustaban las películas que veía por televisión. Cuando tenía ocho años, tomé prestado un libro a mi hermano mayor, gran aficionado a la literatura, que cultivó su miopía en las páginas de David Copperfield. El que yo elegí, por lo pintoresco de la portada e ilustraciones a tinta china, era un libro de un tal Emilio Salgari, que tras un relato principal, contenía otros más breves y como a mi me parecía que iba a naufragar en ese mar de diminutas letras que llevaban las novelas de editorial Molino, decidí empezar por el último y más corto relato. No recuerdo el título, pero sí el argumento. Se trataba de un nativo de una tribu de algún lugar de África a quien los azares del destino llevan a ser castigado, siendo atado a un poste, cerca de un lago que durante la noche frecuentan toda clase de fieras para echar un trago. El desventurado aborigen debe permanecer plantado y maniatado allí durante toda la noche…
No pasaba gran cosa, al día siguiente, el protagonista seguía de una pieza, pero con el pelo completamente blanco debido al pavor producido por los terribles ruidos proferidos por las bestias, siempre a punto de ser devorado por alguna. Después de leer a Bécquer, creo que eso podría ser una versión de “La cruz de hierro”.
El caso es que me gustó y acabé leyendo todo el libro y todos los que había en casa del tal Salgari, autor que me llevó a uno y otro lado del mundo facundo. Tenía una especial inclinación a escribir novelas de aventuras ambientadas en cualquier país exótico y se podría ilustrar un mapamundi del siglo XIX a través de sus narraciones.
En esos años iniciáticos, mi autor favorito fue el alemán Karl May con los cuatro volúmenes de editorial Molino que conformaban la saga “Winnetou” en una edición en castellano, también de Molino. Completé el máster en autores de aventuras folletinescas de finales del XIX, inicios del XX con algunas obras de Rafael Sabatini, especialmente “El capitán Blood” y, como no, la literatura juvenil. Yo fui más de Richmal Crompton que de Enyd Blyton, así como en cómic era más de Marvel que de DC.
El TBO de casa era el Din Dan que traía mi hermano a 5 ptas. el ejemplar con Rompetechos en portada y las aventuras de Erik el rojo como historia central seria (No caricatura) Esas páginas centrales de los tebeos de Bruguera eran grandes vehículos para conocer a los clásicos de la literatura de aventuras y otros como Dickens o Poe, por ejemplo, a través de sus versiones ilustradas.
Ellos abrieron un camino que nunca he dejado de recorrer y que ahora mismo me ha traído hasta aquí, al otro lado de las letras. Con la profunda satisfacción que experimento al colocar las palabras completando un puzzle psicológico que me ha de llevar a ver imágenes que ahora no son sino manchas, nebulosas que vagan dando tumbos por los vericuetos de mi imaginación. Vamos a intentar extraer algo con sentido. Pero lo haremos paso a paso…
Todo es relativo... O casi todo. Si se llega a ser capaz de relativizar las cosas, te das cuenta de que la vida adquiere otro ritmo mucho más fácil de seguir, que incluso invita a bailar. Intentaré marcar el ritmo para dar unos cuantos pasos patidifusos contigo. Perdón por los pisotones.
No estoy muy seguro de mi compás. Aún así quiero probar, creo que la afinación no la llevo del todo mal, pero no me pidáis un Si y yo no os daré un no.
Además, todo es relativo ¿Sí o no?
Creo que si se aprende a valorar las situaciones aplicando la relatividad, se descubre que a veces la realidad no es lo que parece y aunque lo real es lo que pasa de verdad, es el valor que se concede a los hechos aquello que nos influye, lo que determina el calado que tales hechos han de tener en nuestro subconsciente.
Así pues, la realidad afecta de distinta manera a los individuos, según la capacidad de relativizar de cada cual. Mientras unos adoptan una conducta pragmática, viendo la botella medio llena, otros son incapaces de relativizar, para ellos la botella siempre está medio vacía. Muchos de estos pesimistas, son incapaces para soportar los reveses de la realidad y acaban perdiendo la libertad, acabando esclavos de la locura o autodestruyéndose con drogas. Buscando una evasión ficticia de una triste realidad al ser incapaces de afrontarla.
“No dejes que las lágrimas te impidan ver el sol... Además me estás dejando sin kleenex”
Si eres víctima de una mala racha... ¿De que te sirve quedarte parado lamentándote de tu mala suerte?
La capacidad de relativizar la realidad, no solo es la puerta hacia el pragmatismo, sino que también es un vehículo para la fantasía. Todos los artistas saben que el equilibrio entre la fantasía y la realidad está comprendido en una franja muy amplia en la que crecen cientos de corrientes y tendencias creativas.
El proceso creativo arranca al ser estimulado por alguna sensación que mueve al individuo a recrearla en su cerebro, provocando una evocación y un impulso de crear. Eso no es privativo de la creación artística, en un nivel u otro, es aplicable a todos los ámbitos de acción del ser humano y casi todo ser vivo que se precie, pero ciñéndonos a la literatura, cualquiera que se halle en disposición de un lápiz, un papel y que esté convenientemente alfabetizado, puede escribir. Wilde dijo que cualquiera que tenga algo que decir y donde apuntarlo es escritor. Para saber que es lo que media entre esta afirmación del gran autor irlandés y el Ulises de su paisano Joyce, hay que aplicar mucha relatividad.
¿Cual es el mejor libro jamás escrito? ¿Y tu favorito? ¿Te gusta más éste pero crees que aquel otro es mucho mejor?
Hoy día cualquier advenedizo firma libros. Hay una especial tendencia entre los personajes televisivos. Parece que la tele es el vehículo ideal para potenciar tu imagen pública y poder explotar así cualidades ocultas en la literatura, el teatro o la música.
Pero prefiero ver esto con pragmatismo, relativizando. A fin de cuentas, todo enriquece y fomenta la literatura, argumento avalado sobradamente por obras del calado de la de Ana Rosa, por ejemplo.
Desde mis primeras experiencias con los libros, hasta hoy, en que he cometido el sacrilegio fundamental que me ha llevado a estampar mi nombre en el lomo de un libro, ha llovido mucho. Con eso no quiero decir que me tenga por escritor. Ni falsa modestia ni nada. No soy escritor y punto. Que más quisiera yo… Soy alguien que escribe y se monta librillos con sus paranoias para disfrute propio y de unos pocos privilegiados, sobre todo mamá y mi tía Sofía, la de Almería, la que siempre cosía de día vestidos de novía.
Mis párrafos son una muestra inequívoca de lo antes expuesto, así como ponen en tela de juicio la respetabilidad hacia mi persona o cualquier apreciación gratificante hacia mi hipotética calidad de genio, al parecer, no demasiado reconocida o generalmente ignorada más bien, pero como yo me considero relativamente genial unos segundos al mes, me uno a las legiones de presentadores de tv., entertainers, hijos de ..., novios de..., participantes del reality tal o del concurso pascual, actores, hermanos, ex, pre, políticos, banqueros y presidiarios, biógrafos y solitarios y escribo.

09 mayo 2009

CARTA DE DESPEDIDA.


Os pongo esta bonita carta de Gabriel García Marquez. Creo que es una preciosidad; ¿no pensaís lo mismo?


Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera.
Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse!
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.
Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría “te quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.”

06 mayo 2009

MI PRIMERA ENTRADA EN EL BLOG.


Después de mucho tiempo, me he decidido a volver a escribir en el blog. Creo que la nueva aventura que vuelvo a comenzar otra vez va a merecer la pena. Espero de vosotros amigos y conocidos de la red y de fuera de ella el máximo de comprensión y de indulgencia a los fallos que pueda cometer que, probablemente, no serán pocos.
Hablaremos aquí de lo divino y de lo humano, de lo transcendente y de lo intrancesdente, del bien y del mal, y todo ello nos llevará a enriquecernos cada vez más con los pensamientos y reflexiones que vayamos dejando en los comentarios que se hagan.

Bienvenidos pues a esta vuestra casa. Espero que todos aportemos cosas que nos hagan meditar sobre los acontecimientos que nos rodean y que saquemos conclusiones que nos ayuden a sobrevivir en la jungla que hay fuera. Un saludo para todos y para todas.