28 enero 2010

PENSANDO EN VOZ ALTA. AHORA QUE ESTOY SOLO.



Me he puesto a contar los años y he descubierto que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante que el que viví hasta ahora... Me siento, como la cancion del poeta Mario de Andrade, con el paquete de golosinas más de medio y quiero empezar a saborear profundamente las golosinas que me quedan en el paquete.


He empezado a abandonar las reuniones intranscendentes donde se discutía sobre estatutos, procedimientos, formalidades, etc., sabiéndo que al final, hablaríamos y trataríamos de todo para que, en el fondo, todo continuara lo mismo.


Ya no deseo seguir soportando a personas absurdas que han crecido solamente con la edad cronológica y que han quedado enganchadas en sus mediocridades. Estoy cansado de compartir mi vida con personalidades que tienen sus egos inflamados y que aprobechan cualquier maniobra o debilidad para sacar ventaja de las miserias que, a veces, tenemos los seres humanos. Aquellos que se apropian de los talentos y los logros de otros para utilizarlos en su beneficio y que desacreditan a los dueños legítimos de los mismos. No quiero seguir pensándo en esas cosas que hacen que mis golosinas amargen y sean poco agradables al paladar de mi alma.


Busco la esencia, ya que mi alma tiene prisa, puesto que tengo menos de medio paquete de golosinas. Quiero estar al lado de la gente humana; muy humana, que pueda reirse de sus errores y que sus triunfos no les envanezcan, que no se consideren con derecho al premio antes de que se lo dén, que asuma con entusiasmo sus responsabilidades y que, sobre todo, defiéndan la dignidad de los seres humanos; que sus compañeros de camino en la vida sean la verdad y la honradez que unidos a la bondad hacen que la vida valga la pena vivirla.


Desearía rodearme de personas que sepan tocar el corazón de la gente para aprender de ellas y para que las golosinas que me quedan sean más dulces, gente a la que los golpes duros que le ha dado la vida se hayan convertido en toques suaves en su alma.


Tengo prisa para vivir ese tipo de vida que la madurez proporciona. Deseo que las golosinas que me queden en el paquete sean lo más dulces posibles. Pero desearía que cuando comiése la última golosina que tenga el paquete estuviera en paz conmigo mismo y con todos los que para mi son importantes. Espero que la tuya (tu madurez), sea la misma, ya que de cualquier manera, llegaras...

13 enero 2010

LAS PELÍCULAS DE NUESTRA VIDA.


La tarde esta gris, lluviosa, llena de un cielo plomizo tirando a negro. Desde la ventana veo caer las gruesas gotas de agua que se estrellan de una manera violenta contra el cristal. Parece que Dios y Noé han vuelto a hacer un pacto secreto para anegar la tierra de agua, pero esta vez sin salvar a ningún tipo de animal.
La tarde invita a la melancolía y al recuerdo de aquello que pudo ser pero que no fue, sensaciones que estan pasadas por el agua de la tarde que cae sin cesar y que terminan por diluirse en lo profundo de nuestros pensamientos. Esos pensamientos tan agitados algunas veces y tan calmados las menos. La tarde pues, invita a inicar un viaje por nuestra mente colgando las fotografias de nuestros recuerdos, exhalándo el aliento de nuestra alma para darles vida y ponerlas en movimiento como en aquel cine de las cálidas tardes de verano; al calor (nunca mejor dicho), de una bolsa de pipas y un refresco.
Tenemos muchas salas donde se proyectan las películas de nuestra vida. Podemos elegir el tipo de película que podemos visionar como puede ser de acción, drama, comedia... Cada una, en su sala correspondiente; es decir, en la parte de nuestra vida que nos ha tocado vivir esa experiencia.
Asistiremos a nuestros amores y desamores, éxitos y fracasos, alegrias y tristezas, etc. Todo ello sin pagar nada, puesto que el precio lo hemos pagado mientras rodábamos esas escenas de nuestra vida, y, por tanto, solamente nos queda el recuerdo del pago de un peaje que hemos tenido que pagar para montar los recuerdos que componen la película de nuestra vida.
El gris de la tarde se torna más y más oscuro, ya no se distinguen las siluetas de los tejados y el alumbrado de la calle empieza a suplir la ausencia de luz. Puede que la sala de cine se esté oscureciéndo para que la película que hemos elegido comience pronto. La lluvia no termina de cesar, se refugia en las sombras, son sombras que van tomando el espacio de la tarde para convertirla en noche, sigue golpenado con violencia el cristal, la oscuridad se ha apoderado de las gotas que se oyen pero que la oscuridad de la noche no deja divisar.
La pelicula que he elegido va a comenzar. Vamos a ver si está apagado el movíl de la rutina de las cosas para que no nos distraíga con las cosas del día a día.
Un saludo para todos.