23 junio 2010

FLUOXETINA


A veces hay depresiones tan fuertes que ni la Fluoxetina puede calmar. Empiezas a explorar todas las zonas oscuras y llenas de vacío y soledad, como si fuera una noche que emerge a la conciencia; entonces dejamos de tener sensaciones y es cuando nuestra conciencia se queda vacía de impulsos y deseos que producen aquella vaciedad en nuestra alma. Es cuando nuestras sensaciones y emociones salen despedidas para otros lados por medio de nuestras palabras, lados que nos producen una mejoría transitoria en nuestra alma pero que, a fin de cuentas, terminan por volver al sitio desde el que salieron.
Las peregrinaciones por los desiertos de nuestros pensamientos tienen, al igual que la mentira, un camino de ída pero no de vuelta ya que es eso lo que pretendemos: engañarnos a nosotros mismos. Creer que un paño caliente aliviará el dolor tan intenso que producen nuestros deseos no realizados es una vana ilusión que termina por hundirnos cada vez más de una manera profunda en el pozo de la desesperanza.
Al final, la borrachera de pensamientos irracionales que alimenta nuestra mente termina por postrarnos en la aridez que produce la soledad, deleitándonos en aquellos pensamientos amargos como la retama y la hiel, abriéndo nuestras entrañas y destrozando todo aquello que de valor queda en nosotros.
¡Camarero!, ¡camarero! por favor, póngame otra copa de ese licor tan fuerte que tiene usted y que dicen que quita la pena que produce una vida no vivida según nuestro deseo. Tomo una, dos, tres... y, a modo de epitafio, tengo en la lápida emocional de mi vida una lectura que dice así: "La Fluoxetina no te olvida". ¡Ah querido medicamento! ¡Tu sí que me quieres de verdad!
Un saludo para todos.

12 junio 2010

Mario Benedetti. Desde los afectos.


DESDE LOS AFECTOS

¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo,
Que nadie establece normas salvo la vida,
Que la vida sin ciertas normas pierde forma,
Que la forma no se pierde con abrirnos,
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente,
Que no está prohibido amar,
Que también se puede odiar,
Que el odio y el amor son afectos,
Que la agresión porque sí duele mucho,
Que las heridas se cierran,
Que las puertas no deben cerrarse,
Que la mayor puerta es el afecto,
Que los afectos nos definen,
Que definirse no es remar contra la corriente,
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se dibuja,
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio,
Que negar palabras implica abrir distancias,
Que encontrarse es muy hermoso,
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida,
Que la vida parte del sexo,
Que el “por qué” de los niños tiene un porque,
Que querer saber de alguien no es sólo curiosidad,
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana,
Que nunca está de más agradecer,
Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo,
Que nadie quiere estar solo,
Que para no estar solo hay que dar,
Que para dar debemos recibir antes,
Que para que nos den hay que saber también cómo pedir,
Que saber pedir no es regalarse,
Que regalarse es, en definitiva, no quererse,
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos,
Que para que alguien “sea” hay que ayudarlo,
Que ayudar es poder alentar y apoyar,
Que adular no es ayudar,
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara,
Que las cosas cara a cara son honestas,
Que nadie es honesto porque no roba,
Que el que roba no es ladrón por placer,
Que cuando no hay placer en las cosas, no se está viviendo,
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte,
Que se puede estar muerto en vida,
Que se siente con el cuerpo y la mente,
Que con los oídos se escucha,
Que cuesta ser sensible y no herirse,
Que herirse no es desangrarse,
Que para no ser heridos levantamos muros,
Que quien siembra muros no recoge nada,
Que casi todos somos albañiles de muros,
Que sería mejor construir puentes,
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve,
Que volver no implica retroceder,
Que retroceder también puede ser avanzar,
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida?

Mario Benedetti