23 junio 2010

FLUOXETINA


A veces hay depresiones tan fuertes que ni la Fluoxetina puede calmar. Empiezas a explorar todas las zonas oscuras y llenas de vacío y soledad, como si fuera una noche que emerge a la conciencia; entonces dejamos de tener sensaciones y es cuando nuestra conciencia se queda vacía de impulsos y deseos que producen aquella vaciedad en nuestra alma. Es cuando nuestras sensaciones y emociones salen despedidas para otros lados por medio de nuestras palabras, lados que nos producen una mejoría transitoria en nuestra alma pero que, a fin de cuentas, terminan por volver al sitio desde el que salieron.
Las peregrinaciones por los desiertos de nuestros pensamientos tienen, al igual que la mentira, un camino de ída pero no de vuelta ya que es eso lo que pretendemos: engañarnos a nosotros mismos. Creer que un paño caliente aliviará el dolor tan intenso que producen nuestros deseos no realizados es una vana ilusión que termina por hundirnos cada vez más de una manera profunda en el pozo de la desesperanza.
Al final, la borrachera de pensamientos irracionales que alimenta nuestra mente termina por postrarnos en la aridez que produce la soledad, deleitándonos en aquellos pensamientos amargos como la retama y la hiel, abriéndo nuestras entrañas y destrozando todo aquello que de valor queda en nosotros.
¡Camarero!, ¡camarero! por favor, póngame otra copa de ese licor tan fuerte que tiene usted y que dicen que quita la pena que produce una vida no vivida según nuestro deseo. Tomo una, dos, tres... y, a modo de epitafio, tengo en la lápida emocional de mi vida una lectura que dice así: "La Fluoxetina no te olvida". ¡Ah querido medicamento! ¡Tu sí que me quieres de verdad!
Un saludo para todos.

No hay comentarios: