09 marzo 2011

NUNCA ES TARDE PARA APRENDRER.


Cada día vemos el paso de nuestra vida ante nuestros ojos, tendemos puentes hacia varios sitios para intentar aprender cosas y, solamente sabemos que nuestra ignorancia sigue siendo tan grande que, muchas veces, creemos que es inútil seguir abarcando más y más conocimientos.
Pero es que cada instante de nuestra vida trae un nuevo descubrimiento y una nueva visión de la realidad puede desplegarse ante nuestros ojos a igual que el velamen de un navío cuando aprovecha el viento que sopla. Se muestra entonces un momento en el que podemos llegar a descubrir algunos fragmentos de las almas de las personas que son importantes para nosotros. Pero bien es cierto que por mucho que podamos llegar a desentrañar, nunca perforaremos más allá de la capa superficial del citado conocimiento; tocaremos un poco dicho conocimiento con nuestros dedos trémulos.
Sabemos que lo importante de nuestra vida no es el destino que hayamos elegido sino la forma en que hacemos ese viaje que nos ha tocado en suerte recorrer. Por tanto, siempre podremos tener presente nuestras limitaciones físicas pero también descubriremos el inmenso mundo psíquico que se abre ante nuestros pies y de lo maravilloso que podría ser todo si sabemos trabajarnos bien el viaje de nuestra vida. De esta manera, nunca dejaría de fascinarnos la vida cuando pensamos de una manera diferente a los presupuestos establecidos, no nos quepa duda de que volveríamos a descubrir aquellos rincones tan importantes que tanto visitábamos en nuestra niñez y que teníamos como descanso y solaz de nuestra mente que estaba entonces en plena ebullición. Nos maravillaría ver los árboles nevados de la misma forma en que nos fascinó la primera vez, saborearíamos esa palabra dicha con cariño, el temblor que produce el roce de la piel contra la piel, valoraríamos de una manera diferente los gozos y los sufrimientos de las personas de una manera distinta; no sé... son tantas las cosas que siempre han estado ahí y que hemos ido enterrando con la forma de actuar que tenemos en nuestra vida diaria.
Pensad en que la vida nunca puede dejar de asombrarnos y yo, cada día, doy gracias a Dios por toda la belleza que se ha molestado en poner ante mis ojos, por los miles de años que han tenido que pasar para que esa montaña se me muestre en todo su esplendor, por lo simple y lo complejo de las cosas, por lo que entiendo y lo que, por ahora, no soy capaz de entender ni mucho menos de interpretar.
También le doy gracias porque sigue mandando al mundo la inocencia y la sabiduría, y le pido que me enseñe a aprender del dolor. Gracias también por que me ha dotado del lenguaje que me permite expresar mis emociones y mis sentimientos y, finalmente, le pido que no me permita cerrar las manos a la hora de compartir, que siempre permanezcan abiertas para ayudar a todos aquellos que lo necesiten, sin egoísmo, con altruismo y generosidad de miras.
Y más y más...
Un saludo para todos.

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