La confianza es una poderosa energía que se apoya en la esperanza y que nos proporciona seguridad, bienestar, optimismo, alegría, etc. La confianza nos hace fuertes, libres y mejores. Por el contrario, la desconfiaza nos hace recelar y temer. Esto nos reprime e inquieta llegando a paralizarnos y por último, hacernos sufrir.
No podemos llegar muy largo en la supervivencia si no confiamos en el otro ya que, cuando dejamos de vivir en los arboles y nos apoyamos en las tierra, fue la confiaza en el otro, lo que hizo que todos llegaramos a sobrevivir evitando muchos de los peligros que acechaban al ser humano.
Los vínculos sociales son los que explican el grado de desarrollo que tienen las sociedades pero dicha unión ha de cimentarse en la confianza. Por eso, cuando mandamos mensajes negativos, el receptor de los mismos nos percibe como una fuente de inseguridad e insatisfacción. Pero irnos al polo opuesto tampoco es bueno ya que la vida no es un camino de rosas. Nos socializamos cuando asumimos que la realidad es compleja y que como tal, está compuesta de satisfacciones y sufrimientos; de que los seres humanos podemos ser capaces de lo mejor y de lo peor.
Consideramos amigos a aquellas personas en las que podemos confiar; como se dice por estas tierras:"los que estan a las duras y a las maduras". Otra cosa son los conocidos y compañeros con los que compartimos situaciones favorables para todos. La diferencia con estos es que cuando hay algo contrario aflora el egoismo y cada uno tira para lo suyo.
En las relaciones amorosas el acuerdo sentimental implica una mutua entrega. Los que estan enamorados se dicen cosas como:"todo lo tuyo es mio", "somos uno", "te entrego mi corazón"... Por eso, la infidelidad, el engaño, duele tanto. Es porque se ha fallado en lo más profundo de los sentimientos y, volver a estableceer ese vínculo, es muy difícil ya que se ha dañado la fragilidad que implica ese sentimiento reconocido por ambos. La fuerza de este sentimiento residen en su pureza y en su fragilidad al partes iguales.
Nuestro pasado nos condiciona y hace que experiencias anteriores sobre algo nos hagan ser confiados o desconfiados. Cuando iniciamos una relación nuestro pasado influye en la misma y, por tanto, no partimos de cero. Los que han sido traicionados, se acercan al otro con cierto temor mientras que los que han vivido relaciones más o menos honestas, se acercan al otro de una manera más generosa ya que la confianza se gana poco a poco pero se pierde con rapidez. Entonces es complicado reparar el vínculo como hemos manifestado más arriba.
En las relaciones amorosas el acuerdo sentimental implica una mutua entrega. Los que estan enamorados se dicen cosas como:"todo lo tuyo es mio", "somos uno", "te entrego mi corazón"... Por eso, la infidelidad, el engaño, duele tanto. Es porque se ha fallado en lo más profundo de los sentimientos y, volver a estableceer ese vínculo, es muy difícil ya que se ha dañado la fragilidad que implica ese sentimiento reconocido por ambos. La fuerza de este sentimiento residen en su pureza y en su fragilidad al partes iguales.
Nuestro pasado nos condiciona y hace que experiencias anteriores sobre algo nos hagan ser confiados o desconfiados. Cuando iniciamos una relación nuestro pasado influye en la misma y, por tanto, no partimos de cero. Los que han sido traicionados, se acercan al otro con cierto temor mientras que los que han vivido relaciones más o menos honestas, se acercan al otro de una manera más generosa ya que la confianza se gana poco a poco pero se pierde con rapidez. Entonces es complicado reparar el vínculo como hemos manifestado más arriba.
La confianza implica reciprocidad.
Vamos depositando nuestra confianza en el otro al comprobar que no somos defraudados
y, al mismo tiempo, porque experimentamos que también somos objeto de
confianza. Esperamos, porque estamos convencidos de que vamos a recibir. Damos,
porque a nosotros nos han dado. El egoísta, el que sólo pide,
el que recibe y nunca da, acaba con la relación. Cuando se establece
una relación de mutua confianza se está firmando un pacto y quien
lo incumple hace fraude; la estafa es especialmente grave cuando uno se aprovecha
de que el otro confía.
La confianza hay que saber administrarla,
y es complicado. En primer lugar, tenemos que ganarnos la confianza de los otros
y, en segundo término, no podemos pretender que todo el mundo se fíe
de nosotros. También sabemos que, desgraciadamente, no podemos confiar
en todo el mundo, que esa actitud no es prudente, que la dura realidad nos dice
que hay que tomar precauciones. Además, si nos 'abrimos', si depositamos
nuestra esperanza en el otro, de alguna forma le convertimos en deudor nuestro,
esperamos de él su comprensión y a veces una respuesta equivalente,
pero puede ocurrir que la otra persona no quiera establecer una relación
tan estrecha. No debemos pasarnos ni quedarnos cortos. Las relaciones humanas
son complejas como he manisfestado anteriormente.
La falta de lealtad y el individualismo
egoísta deterioran las relaciones humanas, y entonces se instala la desconfianza
y la vida en sociedad se vuelve más triste y dura. Estaría bien
que entre todos lográsemos que no se convierta en un signo de nuestro
tiempo. Cuando el homínido dejó el árbol y se adentró
en un medio desconocido y lleno de peligros encontró en la asociación
con otros miembros de su especie la forma de no perecer.