Baltasar Gracián es más reconocido fuera de nuestras fronteras que dentro de las mismas. A su saber se rinden pensadores de prestigio y talla internacional pero en cambio, en nuestro país no goza del reconocimiento merecido bien por su condición de jesuita o bien porque todos los escritos religiosos de aquella época del Siglo de Oro encontraban cierto rechazo. Se le llegó a tachar de cínico ya que cierta parte de su pensamiento podría considerarse como tal pero nada más lejos de la realidad.
Comparte sus planteamientos con aquellos que son capaces de llevarlos a la práctica y tiene que luchar contra una sociedad en la que la virtud y la razón se acomodan a la misma y a los intereses que persigue esa sociedad.
Saber vivir es para Gracián una experiencia gratificante y si pensamos que esto lo dice en el siglo XVII, el Siglo de Oro de las artes y de la decadencia política y económica que terminará por sumirlo en una profunda crisis.
Gracián habla de comunicarse con los demás de dos maneras: La primera consiste en saber cada cual afirmarse en la vida y encontrar su camino estando en actitudes negativas el menor tiempo posible con todos aquellos con los que trabamos contacto. Dice el autor lo siguiente: “Tener espíritu de contradicción es cargarse de necedad y molestia. Contra él debe de levantarse la propia cordura.
Poner objeciones puede ser ingenioso; pero el porfiado no deja de ser un necio. Estos convierten en guerrilla la dulce conversación y por ello son más enemigos de los más próximos que de los que no les tratan”.
Esto nos debe de llevar a manifestar nuestras opiniones sin ofender a otros, sin contradecir las ideas que ellos defienden por no ser nuestras sin pararnos a pensar en la validez de las mismas y de que pueden tener su fundamento.
La segunda es poseer el arte de conversar ya que pertenecen a este arte las auténticas personas que ponen más énfasis en la discreción que en la elocuencia ya que esta última, es la mayor enemiga cuando de conversar se trata puesto que si no se pone cuidado termina por convertirse en un monólogo y toda la imagen negativa que podemos transmitir a los demás viene por añadidura.
Gracián dice al respecto de la prudencia:”con los competidores hay que tenerla por cautela y con los demás por decencia ya que siempre habrá tiempo para soltar palabras pero no para retirarlas. Hay que hablar como en los testamentos: cuantas menos palabras, menos pleitos ya que el uso impreciso de la palabra genera confusión y no comunicación.
El lenguaje se debe de utilizar para fraguar un proyecto, expresar un sentimiento, etc., y debe de administrarse con cautela puesto como dice el maestro:”sin mentir, no decir todas las verdades” ya que no hay cosa que más cuidados necesite que la verdad pues tan necesario es saberla decir como saberla callar.
Con una mentira podemos perder toda la reputación que nos ha precedido ya que al engañador se le tiene por falso. No se pueden decir todas las verdades porque me afectan a mi y a los demás.
Hay que alejarse de los razonamientos y de los caminos trillados haciendo una argumentación original pero teniendo cuidado de que no suene como un éxito de superventas que todo el mundo es capaz de cantar o como poco de tararear. Esto nos dará prueba de una capacidad superior según el maestro Gracián.
Advierte también de la desconfianza que debemos de tener hacia todos aquellos que no discuten ni charlan sobre nuestros argumentos bien porque son unos desconsiderados o porque podemos intuir en ellos algunos motivos más oscuros en esa actitud. Dice al respecto:”no hay que estimar al que no nos contradice, pues no lo hace por afecto sino por beneficio propio. Uno no tiene que dejarse engañar por la adulación y premiarla sino condenarla”.
La forma de expresión de un discurso no nos proporciona todos los elementos de juicio para considerar el contenido adecuado y mucho menos para conocer las intenciones del interlocutor y una vez más, el maestro nos aconseja razonar al revés cuando nos hablan maliciosamente.
El objetivo que se persigue con todo esto es buscar el éxito y ponerse a cubierto de los peligros de la vida social pero descubriendo la verdad o aproximándonos a ella y ampliar experiencia y conocimientos.
Expresemos lo que queremos decir sin provocar en el otro un dolor innecesario ya que la base del lenguaje constituye la realidad que habitamos.
Un saludo para todos.
Un saludo para todos.