23 julio 2009
EL AUTOCONOCIMIENTO I
Muchas veces el término CONOCIMIENTO es difícil de definir; sabemos que procede de "cognición". En el lenguaje llano y sencillo lo cambiamos por palabras como discernimiento, razón, inteligencia, etc. El verdadero conocimiento consiste en el saber, la ciencia en su parte más física y la mente en su parte más anímica. Es el caudal de la erudición el que nos lleva a las actuaciones guiadas por ése saber.
La definición cambia totalmente cuando nos referimos al conocimiento interior y asaltan las dudas de siempre: ¿nos conocemos suficientemente? ¿Porqué actuamos de ésta o aquella manera? y otras cuantas preguntas más que no pongo para no cansar al personal. Muchos de nosotros ni tan siquiera nos paramos a pensar en nuestro Yo propio que habita en nuestro interior y que llora cuando le hacemos daño y ríe cuando le damos la oportunidad. También aprende cuando le ponemos los profesores adecuados y la mayoría de las veces, también somos capaces de tenerle recluido de una manera injusta guardándolo en el armario más feo que tenemos en nuestra casa.
D. Santiago Ramón y Cajal decía que el hombre tiene que convertirse en el arquitecto de su propia existencia que debe de ir unida a las cirunstancias que le rodean (según Ortega). También un gran filósofo como Ralph Waldo Emerson decía que: "El hombre puede llegar a tener un valor tal que todas las circunstancias le sean indiferentes".
Podemos por tanto educar a nuestro Yo interior y para ello deberíamos plantearnos las siguientes cuestiones: ¿Cómo lo puedo hacer? ¿Para qué hacerlo? y la pregunta del interés, ¿qué ganaría con ello?. Tendremos que ser amplios de miras y no hacer caso a la frase de D. Jacinto Beneavente: "Es difícil salvar al que no quiere salvarse del todo, pero es aún más difícil salvar al que sólo quiere salvarse a medias".
Aprendemos de instante en instante y si nos lo proponemos podemos recobrar nuestra própia identidad y establecernos en nuestra naturaleza más real y genuina. Tenemos que querer prosperar interiormente vigilándonos y observándonos para llegar a conocernos realmente. Debemos de ir poniendo los medios para emprender la realización y no convertir nuestra vida en un fiasco sin sentido donde imperan el desorden y la alienación.
Tenemos que hacer aflorar nuestros más sagrados impulsos de autorrealización para que se puedan dar las condiciones del progreso en la autorealización. Esto significa cultivo interior, crecimiento humano, meditación, etc. se trata de sacar aquello que tenemos en nuestro interior y que otra serie de cosas vinieron a quitarlo del papel principal de nuestra vida.
Todos disponemos de un caudal importante de fuerza interior, solamente se trata de orientarla hacía el conocimiento y la autorealización y no hacía otras cosas más temporales que han venido ha sustituir a la autorealización. No tenemos que buscar nada fuera de nosotros puesto que todo lo tenemos dentro. Decía el Yoga Vasistha: "Todo está en el alma y la totalidad de este universo, sin división ni dualidad alguna, se encuentra en ella; es una con el Ser Absoluto. Cuando la liberamos de su habitual inconstancia y de acaloramiento febril, reencuentra su antigua serenidad, como la ola, al romper, retorna al estado de agua calma que salió".
La realización de uno mismo consiste en desarrollar nuestra naturaleza real pues es tanto lo que servimos al ego y a las apariencias que vivimos de espalda a la misma; esto nos reportará estados de desequilibrio, aflicción, desasosiego, etc. todo fases dolorosas y que podemos superar observando, conociendo, trasformando y realizando ya que la vida se va consumiendo de una manera apenas perceptible.
A medida que vayamos desapegandonos de la tierra y de sus cosas, seremos del mundo, viviremos en el mundo pero no seremos de éste mundo ya que nos iremos liberando de lo que tira de nosotros hacía abajo. Es cuando podremos decir aquello de: "El que se ha liberado mora en su propia naturaleza y toma lo que viene; libre se halla de lo que debe hacerse o de lo que se halla hecho; imperturbable en toda situación, liberado del deseo, no recuerda lo que hizo ni lo que dejo de hacer. Reverenciado, no siente deleite; menospreciado, no siente ira; la idea de la muerte no le agita, ni le contenta la perspectiva de una larga vida. El hombre ue ha encoentrado la paz no se precipita hacia lo sociedad humana ni a las espesuras del bosque. Pues vive en la felicidad en cualquier parte y en toda condición".
Un saludo a todos y una sonrisa sincera.
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