Es de todos sabido la correlación que existe entre la abundancia material y la dificultad que conlleva para acercarse al hombre interior. También sabemos que la pobreza más extrema no garantiza el camino hacía la espiritualidad y el conocimiento; como paso con Buda que casi mata su cuerpo físico para llegar a la iluminación sin conseguirlo.
Las sociedades que han vivido en la opulencia siempre se han caracterizado por el desapego que las conduce al conocimiento del espíritu. Estas mismas sociedades tratan de llenar su vacio espiritual con inventos como el New Age.
La opulencia es la base de la penuria moral a la que estamos asistiendo y lo que es peor, no sabemos renunciar a los excesos ni como individuos ni como sociedad. La renuncia al falso yo da lugar a la caida de las sustancias que componen al hombre exterior, es el desprendimiento que necesitamos para llegar al hombre interior del que tan necesitados estamos.Asistimos constantemente al cultivo de yo exterior en el consumo de externalidades que van envueltas con el ruido de todo lo que nos rodea.
Para muchos una renuncia equivale a una especie de permuta, en cambiar una cosa por otra. En defintiva, podríamos decir que traficamos unas cosas por otras pero siempre exteriores.Renunciar a lo externo siempre es complicado. El mismo Amor lleva aplicada una importante carga de renuncia.Pero renunciar no significa renuncia a todo, significa renunciar a todo lo que nos es superfluo e innecesario. Cada cosa innecesaria es una "capa" que le ponemos al hombre interior.
Eso no significa que no vivamos en el mundo puesto que somos del mundo. Significa darle a las cosas el verdadero valor que las mismas tienen. Deberíamos inspirarnos más a menudo en las palabras de Ramaprasad Sen: "Considera, alma mia, que no tienes nada que puedas llamar tuyo. Vano es tu errar sobre la tierra. Dos o tres días y luego concluye esta vida terrenal; sin embargo, todos los hombres se jactan de ser dueños aquí. La muerte, dueña del tiempo, vendrá y destruirá tales señorios".
Decía Buda que sólo vive aquel cuya vida está en todo el universo; y cuanto más concentremos nuestra vida en objetos limitados, más rápido vamos hacía la muerte; y es a causa de ello que se siente miedo a la muerte. El miedo a la muerte no puede ser conquistado hasta que el ser humano comprenda que vivirá mientras haya vida en el universo. Cuando pueda decir: "Yo estoy en todo, en todos, estoy en todas las vidas, ya que formo parte del universo, es más soy el universo".
Decía Buda que sólo vive aquel cuya vida está en todo el universo; y cuanto más concentremos nuestra vida en objetos limitados, más rápido vamos hacía la muerte; y es a causa de ello que se siente miedo a la muerte. El miedo a la muerte no puede ser conquistado hasta que el ser humano comprenda que vivirá mientras haya vida en el universo. Cuando pueda decir: "Yo estoy en todo, en todos, estoy en todas las vidas, ya que formo parte del universo, es más soy el universo".
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