12 julio 2009
SOBRE RUMORES Y OTRAS COSAS...
En la revista semanal del el diário "El País" de esta semana (12/07/09), en el artículo semanal de psicología habla sobre rumores. Dicho artículo, entre otras, dice lo siguiente: Un rumor es una información falsa o tendenciosa, aparentemente inocente, pero hábilmente manipulada, que intoxica y entorpece la comunicación entre la gente, destruyendo la confianza y enrareciendo el ambiente. Es como un potente virus que es capaz de provocar una verdadera epidemia que desestabilice una organización. Suele empezar con un simple comentario que se transmite de persona a persona con pequeñas alteraciones que van cambiando su significado y magnificando su virulencia y su potencial destructor. Al igual que en las epidemias médicas se propaga por contagio y va creciendo de una manera exponencial.
Ante esto cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Los rumores son siempre intencionados? Pues... depende. Podemos distinguir entre rumores personales y rumores profesionales.
Los rumores personales son generalmente intencionados ya que cuando tenemos información que nuestro interlocutor no tiene, decimos cosas sobre él que no puede comprender y que terminará en una especulación con el correspondiente rumor. Entonces ya se está produciendo el daño y por consiguiente, el malicioso objetivo.
Los rumores profesionales en cambio se puede originar generalmente por una falta de información o un desnivel en la misma y también por miedo. En este último caso, es que el miedo lo proyectamos hacía el exterior en forma de rumor, anticipando así el peor de los escenarios posibles. Esto lo hacemos porque en el fondo estamos buscando combatir nuestros temores con un desmentido. Así, si temo que vayan a cerrar mí centro de trabajo digo: "Creo que van a cerrar algunos centros de trabajo de nuestra Consejería". Estaré esperando a que me digan que no, que es imposible, y en el caso de que fuera verdad nuestro centro no estaría en la lista. Pero habré lanzados el rumor letal que habrá abierto el camino infeccioso por toda nuestra organización.
También habla de los oportunistas del rumor y dice de ellos que son gente que utiliza los rumores como medio para captar la atención en sus círculos sociales y generar así una especie de "buen royito" con los demás, pero en realidad lo que así se genera es recelo y desconfianza.
Las organizaciones siempre van a estar expuestas a rumores como pueden ser: traslados, reorganizaciones o cualquier otra cosa que motive un cambio y en esta época de crisis más todavía. Hay que ser lo suficientemente inteligentes para detectarlos y combatirlos y no instaurar el estado del malestar que supone tener dicho virus.
Hay empresas en las que las desmotivación y la falta de cohesión interna propician un ambiente tóxico, caldo de cultivo ideal para que la gente lance rumores personales y profesionales como muestra de descontento. Esto dice mucho del nivel de "buen royito" que hay dentro de la empresa, de la salud comunicativa: a más rumores, peor salud.
Y ahora viene la pregunta del millón: ¿Hay vacunas para los rumores? Podemos decir que no hay una vacuna universal pero si tratamientos puntuales y medidas profilácticas.
Muchas veces actuar contra un rumor personal no es del todo recomendable ya que cuando hablamos del mismo a los demás no solo lo propagamos sino que damos que pensar, "Cuando el rio suena..." pues eso. Es preferible demostrar que es mentira con hechos palpables demostrando ser más creíbles que los que han lanzado el rumor.
Para tratar de combatir los rumores tenemos que generar un clima de confianza conociendo bien a la gente y profundizando más allá del contenido superficial, conocer las relaciones interpersonales, reconocer los canales de comunicación que ya existen en la empresa sabiéndo cuales funcionan y cuales no, ser lo mas transparentes que podamos, ser claros y evitar ambigüedades dando siempre la misma versión a todo el mundo, ser rápidos a la hora de que todo el mundo sepa la información para que no de tiempo a extender el rumor, tener el valor de dar tanto las buenas como las malas noticias y por supuesto lo más importante: ser una persona integra siendo coherente nuestro actuar con nuestro pensar.
El clima comunicativo sano ayuda mucho a acabar con la rumorología. En los tiempos de crisis que estamos viviendo lo que precisamente no hacen falta son los rumores, sino más bien todo lo contrario: la apuesta por las decisiones firmes y contundentes que nos hagan salir del estado en el que nos encontramos.
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