Llega el momento en el que tenemos que cambiar la sombrilla, la tumbona y el flotador por el maletín o la agenda y el cuadrante. Si, es ése momento que ninguno quería que llegara pero que por fin o lamentablemente (según se mire) ya esta aquí. Estamos hablando de la vuelta al trabajo que tanto nos ha hecho pensar sobre todo en esta última semana. Queda atras aquello que pensé hacer cuando tomé las vacaciones pero que al final (como siempre), lo he dejado para una mejor ocasión. Sabeís, creo que la maldita procrastinación (perdón por el palabro) no nos permite muchas veces avanzar en nuestras decisiones, eso de dejarlo todo para el último momento se nos da de bien que no veas a menos de nada, somos capaces de instalarnos en la pereza con un contrato indefinido.
Mañana, llegaremos y daremos besitos a diestro y siniestro, contaremos las maravillosas vacaciones que hemos tenido o no hemos tenido. Mediremos el tonito de la piel con el resto de la media (por cierto, Antonia, ultimamente, gana todos los años) para después volver a la rutina del día a día. Se nos pasará por la cabeza que esto es un asco, que siempre hacemos lo mismo, que hay que ver lo "agustito" que estaba yo y ahora aquí aguntando... En fin, bienvenidos al sindrome post-vacacional.
Una cosa que nos debe de ayudar a superarlo es que con la que esta cayendo, todavía tenemos un sitio para ir a trabajar que no es poco. Bien es verdad que nos estan crucificando por todos los lados; pero eso ya lo sabíamos (cucha como lo del anuncio del banco ese), que la gente cuando gana dinero en cantidad te mira con pena y cuando deja de ganarlo te mira con cierta envidia. Llega a decir que la causa de sus males eres tú, da lo mismo que seas funcionario o laboral, tu tienes un trabajo para toda la vida (cómo la canción de la Oreja de Vangog) y yo tengo que devolver el BMV y me quitan la casa ya que me he quedado en paro y no puedo hacer frente al lujo y la ostentación que pensaba que me podía permitir con mi sueldazo que todos los años se revalorizava un 8%. Cuando yo le decía que me habían subido un 1% se desternillaba de risa y me decía que no tenía inquietudes en la vida.
Es curioso como muchas veces aquello que en un principio se puede detestar con el paso del tiempo se puede envidiar y desear tener. Atrás queda la risa estentórea y la fanfarronería de taberna que nos pueden hacer pensar un poco en la fábula de la hormiga y de la cigarra. Es cierto que el caviar no se puede tomar todos los dias ya que no hay para todos, yo soy uno del 1% que no he podido comprarlo y me he tenido que conformar con el pan y las huevas de lompo como mucho.
En la época de bonanza económica yo hacía mi trabajo; el mismo que ahora, y nadie me custionaba que lo que hacía no era importante; como ahora, ni trascedente; como ahora. Entonces ¿porqué ha pasado a ser objeto de tanta expectación? Yo sigo haciéndo recados y abriendo la puerta y alguna cosa más por la que no cobro (que nadie se vaya por lo malo ehhh que os conozco); luego estoy trabajando más que para lo que me han contratado. ¿A qué viene ese repentino interes por evaluar mí trabajo como el del resto de los compañeros? Somos los mismo de antes; aquellos que ganaban poco cuando tu ganabas mucho y te reias de nosotros, pero sabes... nosotros a diferncia tuya no nos hemos reido nunca de ti. Es más nos hemos alegrado cuando te ha marchado la cosa fenomenal ya que no podría ser de otra manera. Es más, a pensar de todo lo que nos criticas cuando sale algo en esta empresa que se gana poco nos falta tiempo para ponernos en contacto contigo y decirte lo que hay ya que ahora, tu también quieres ganar poco. ¡Ojala y tengas la "suerte" de entrar en la empresa que se gana poco algún día! Créeme, nos vamos a alegrar.
Un saludo cordial y todos y feliz rgreso de las vacaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario