27 septiembre 2009

LA PERSONA NO ES LA COSA.


Estos dias atrás discutía con un compañero de trabajo sobre un tema concreto. Me comentaba la "batalla dialéctica" que había tenido con un profesor de instituto con respecto al tema de la inmigración. Me decía dicho compañero que le parecía increible que una persona que se supone que estaba tan sumamente formada e instruida se manifestara de esa forma tan hostil con respecto a un tema tan delicado quejándose de la insensiblidad del profesor en cuestión.
La conversación continuó por unos derroteros que nos llevaron al planteamiento de que la persona no es la cosa. Yo, por ejemplo, le decía que no era el conserje de la institución sino que estaba desempeñando ese puesto y que el puesto no era yo. Que yo, era independiente al puesto que desempeñaba y que por tanto lo que podría estar haciendo en el desarrollo de mi función no podría concordar con mi manera de pensar con respecto al tema. Le hablé de los funerarios, le dije que no creía que les gustase un trabajo como el suyo pero que sin embargo, no tenían más remedio que hacerlo ya que por ello percibian su sueldo y que ellos no irían diciendo yo soy funerario sino que yo me llamo fulanito de tal y trabajo en los servicios funerarios de tal.
Que la persona no es la cosa se puede demostrar en todas las facetas del ser humano. Si la persona pensase que sólo es la cosa su campo de visión sería tan limitado que podríamos decir que se encontraría como en la celda de una prisión.
¿Quiere esto decir que las cosas o la cosa no son importantes? Por supuesto que si, pero tenemos que pensar que las cosas o la cosa solamente tiene la importancia que nosotros queramos darle. Por ejemplo el dinero no es ni malo ni bueno solamente será malo o bueno el uso que hagamos de él. Por tanto es importante la forma ya que el fondo (dinero), en éste caso se somete a la forma (uso del dinero).
Esto trae una cuestión esencial: cuando nos quedamos en la cosa no somos capaces de organizar la vida a nuestro antojo y transformar la realidad según nuestros deseos; ya que la cosa domina nuestra vida y por ello, tenemos que adaptarnos a lo que la cosa nos va proponiendo sobre la marcha.
El mundo es mental, pero no debe de ser la mente la que gobierne nuestros pasos sino nuestro corazón. Cuando pensamos que podemos cambiar nuestro destino, nuestra programación para que este cambio de vida se lleve a cabo lo más fundamental que debemos de hacer es recordar; que no es más que la famosa reminiscencia que nos proponía nuesro gran filósofo Platón. Por tanto para ser la persona y no la cosa debemos dejar actuar a nuestro corazón. Éste profesor dejo actuar a su corazón (la persona) y no se dejó influenciar por la cosa (su formación académica). Otra cosa es que uno comparta o no sus postulados pero, eso, es harina de otro costal.
Dice el Budismo que nuestros deseos son el origen de nuestros sufrimientos. Si deseamos expresarnos con el corazón y no lo hacemos porque no es políticamente correcto no dejamos actuar a la persona. Si nos expresamos en función de la cosa; es decir, de lo políticamente correcto reprimiremos un deseo y por tanto sufriremos.
Un saludo para todos.

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