17 mayo 2010
EL PRINCIPIO DEL FIN (Parte I)
Hace mucho tiempo que observo algo raro en tu mirada, hace mucho tiempo que tus ojos no me invitan a la intimidad como antes. Hace ya mucho tiempo que nuestras conversaciones van adquieriendo un tono superficial y frívolo, hace mucho tiempo que no me haces participe de tus inquietudes ni me cuentas tus proyectos. En fin, hace mucho tiempo que somos dos extraños que conviven dentro del mismo refugio que un día fue un proyecto de vida en común.
Los días pasan como si tal cosa; apenas nos vemos debido a que tenemos nuestros trabajos estan muy organizados y no queda tiempo para nosotros, no queda tiempo para comer juntos, no queda tiempo para tomar un café, ni queda tiempo para permanecer cercanos el uno del otro.
Hoy me he levantado y por primera vez he experimentado el sentido de la palabra soledad. Te he visto a mi lado pero se que no te tengo, no me pertences y lo que es peor, no puedo hacer nada por evitarlo. He notado como una sensación de pánico invadía mi cuerpo, he sentido que me costaba tragar saliva.
He visto como se vestía una persona extraña que ha compartido lecho conmigo y por primera vez, he tenido miedo; miedo a lo desconocido, miedo a lo que todavía nos puede quedar por pasar y cómo lo podremos pasar.
Esta mañana ha llegado al despacho una nueva comercial, su nombre es Ángela y es una chica muy agradable, al margen de la cortesía que suelen mostrar los comerciales, esta chica, Ángela, es una persona que según me cuenta ha vivido mucho en la vida, ha tenido todo tipo de experiencias, sabe lo que es dormir en el desierto en medio de la noche con una tomenta de arena; pero también sabe lo que es dormir en sábanas de raso en el mejor hotel de París. Hemos trabajado hasta tarde y, después, hemos almorzado juntos en un restaurante cercano al lugar de trabajo. Intercambiamos nuestros teléfonos y correos electrónicos para tener un contacto más estrecho y quedar otro día para tomar algo fuera del trabajo.
Ahora son las nueve de la noche, estoy metido en un atasco para regresar a casa ya que vivo en una urbanización en las afueras de la ciudad. Suena el teléfono y veo en la pantalla el nombre de Clara, por cierto, Clara es, se supone, mi esposa. Me dice que esta en medio de una reunión, que tiene toda la pinta de que va a terminar muy tarde debido a que los proyectos publicitarios que habían presentado parece ser que no han gustado mucho a los nuevos clientes de la firma; me cuelga sin decirme nada más. El atasco empieza a ponerme cada vez más nervioso, por mi cabeza empiezan a aparecer idéas que van tomando cuerpo y que empiezan a hacerse nítidas en mi mente.
He tomado una salida de la autovía buscando un sitio para tomar una copa; de todas maneras ya no tengo ninguna prisa por llegar. Mi coche termina parando en un bar de alterne; bajo y me dirijo a la entrada, el portero me saluda muy amablemente y le doy una propina porque este pendiente de mi auto.
El local esta muy oscuro, prácticamente no se ve nada para una persona que entra de fuera, la música esta muy fuerte y señoritas ligeras de atuendo se muestran muy cariñosas con los clientes que hay en la barra, charlan animadamente y beben entre las risas y el alboroto propio del lugar. Hay una chica que esta bailando encima de una plataforma, enfundada en un traje de cuero negro, propinando latigazos a diestro y siniestro por toda la misma, se da media vuelta y consigo ver su cara. ¡Dios mio! me quedo paralizado, ¡no puede ser! Es... es.... Ángela (Continuara...)
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