22 julio 2010

PASAR PÁGINA.


Hay momentos en la vida que esta te fastidia pero encima no te pide disculpas por hacerlo. Hay días en las semanas que se vuelven grises tirando a negro. Son las famosas peregrinaciones por el desierto que todos tenemos algunas veces; peregrinamos por un mundo de intereses e intrigas, la mayoría de las veces espúreas, que terminan por desestabilizar nuestra alma y nos llevan a un estado de desasosiego permanente.
Hay días en los que le ponemos empeño a las cosas y, por mucho que tengamos intención de sacarlas adelante no salen ni de casualidad. Parece que todo se pone en contra de nosotros para que no alcancemos el objetivo que nos hemos propuesto, los acontecimientos se desencadenan uno tras otro y al final, después de mucho esfuerzo y trabajo no se consigue nada de lo que hubieramos deseado.
Hoy he dormido mal y el descanso no ha sido reparador; no obstante, tengo la mente clara e incondicionada. Me he subido a Despeñaperros esta mañana a tomar un café, concretamente al jardín. Me he sentado en la terraza de afuera que tiene unas vistas maravillosas y he escuchado el aire como se metía entre los pinares del entorno y producía la sensación cómo de agua que baja por el rio.
Observaba como mis pensamientos se íban y se venían e intentaba que ninguno de ellos alterara mi estado de quietud. He empezado leyendo un trozo de "La palara y el Tao" de M.C.; cuando de repente ha llegado un pensamiento muy insistente que no podía desechar como los otros: pasar página, mirar adelante, no atascarme; considerar que todo lo pasado en ésta vida es un aprendizaje para que a partir de éste momento pueda surgir de nuevo, es como volver a nacer pero con experiencia y vagaje acumulados. Significa decirse a uno mismo: el mundo comienza hoy, mi nueva vida comienza ahora, el futuro es una página abierta, llena de potencial. Decirse a uno mismo: el equilibrio, la calma, la ecuanimidad, sólo dependen de mi. Decirse a uno mismo: no importa que haya pasado de los treinta o de los cuarenta o de los setenta, pues la vida empieza ahora, en toda su dimensión y belleza, como un milagro que se recrea cada vez. Prometerse a uno mismo: es tiempo de trabajar por aquel exhorto recibido hace dos mil años: “amaos los unos a los otros”.
Pasar página requiere dar la espalda a todo lo que atasca. A las murmuraciones y rumores, a las maledicencias, a las conversaciones vanas y estériles, a las actividades que no aportan nada al alma, a todo aquello que niega nuestra realidad superior, nuestro ser, y en cambio abona nuestra personalidad, nuestro ego, cuyas manifestaciones más zafias son realmente zafias. Significa no recrearse en aquel o en aquella que nos hicieron daño, sino simplemente entender que aquel daño fue fruto de su ignorancia o de la nuestra, merecedora de compasión, pues todo vuelve, sin remisión. Significa empezar a entender nuestra doble realidad como alma y personalidad, que necesitan ser integradas aquí en esta vida, para lo cual no tiene sentido renunciar a la materia (que es nuestro vehículo) sino habitarla en el mayor equilibrio para que algún día el espíritu se manifieste pleno también aquí en la tierra. Significa intentar huir de todo lo que contamina y emborrona, de lo que nos densifica, de todo aquello que nos ata a la tierra sin permitir que despleguemos nuestra capacidad innata.
Pasar página significa superar el pasado. Es fundamental superarlo para no seguir atascados. Hay que retener las enseñanzas del pasado para no tropezarse de nuevo en la misma piedra, pero es muy importante arrinconar definitivamente las injusticias, cuitas, infidelidades que hemos recibido y que también hemos emitido al lugar de nuestra mente en el que deben estar: desde luego no en primera línea, prontas a ponerse en la mesa. Y si el pasado se recrea, que sea con la máxima limpieza y ecuanimidad: para proponer justicia y nunca venganza o revancha. Como ejercicio higiénico para poder empezar de nuevo.
Estamos viviendo los hermosos días del verano, que nos regalan sus calores y sus brisas, sus cielos despejados y generosos. Muchos de estos días los perdemos en insultos, en ofuscaciones y odios. Este escape energético es un desperdicio colosal y somos los primeros damnificados. Nos autolesionamos de continuo. No tiene ningún sentido. Por eso es tiempo de mirar adelante sin engancharse en el pasado, en todos los ámbitos, para escribir en un papel limpio y blanco, intentando que sea con buena letra y la mejor disposición.
Creo que ya no me queda nada por vivir aqui, nada de lo que aprender, ya lo he hecho todo, y en esencia, mi objetivo está cumplido, así que volaré, subiré alto, me ilusionaré y después volveré a descender en otro lugar en el que comenzar. Salir a la calle, un mapa en la mano, leer los nombres de las calles, perderse (sentir incluso un poco de inseguridad), encontrarse de nuevo y respirar aliviado. Hace mucho tiempo que no tengo ese tipo de sensaciones. Me apetece volver a recordarlas, me apetece llegar a mi casa cansado de tantas cosas nuevas que he visto. Pegarme un atracón de nuevas sensaciones. No pensar en ellas en un par de semanas, dejarlas reposar y transcurrido ese tiempo, filtrar la información y construirme "mi realidad".
Pues bien queridos amig@s, creo que es importante que algunos ya empecemos a pasar página de nuestra vida. Un saludo para todos.

1 comentario:

Miguel Ángel Raya Saavedra dijo...

Querido amigo, no sea egoísta, comparta todas esas sensaciones y esos aprendizajes... le serán devueltos con creces y verá que valió la pena...

M.A.-