05 octubre 2010
¿CUÁNDO ME TOCA A MÍ? ME PASO LA VIDA DETRÁS DE LOS DEMÁS.
Hay personas que tienen una tendencia al sacrificio por los demás. Para ellas la palabra debería la tienen grabada a fuego dentro de su ser, se rigen por el pensamiento del cumplimiento del deber y es frecuente escucharlas decir: "Tengo que hacerlo porque es mi obligación", "si no lo hago yo no lo hace nadíe", "soy yo la persona que lo tiene que hacer ya que sino no esta bien", etc. Pero yo le diría a esas personas una cosa que quizás muy pocas veces se han parado a pensar: "¿Qué es lo que yo necesito?", y algunos aunque se lo planteen, no osan decirlo ni por asomo. Esto les conduce de una manera irremediable a la frustración primero, a la depresión después y, finalmente a la enfermedad física por agotamiento.
Todas las cosas tienen que tener su justa medida y aquí pasa lo mismo. Es bueno que realicemos los deberes con las personas con las que tenemos compromisos adquiridos como pueden ser las personas de nuestra familia. Pero no podemos hacer del deber el motor principal y, en ocasiones, único de la vida ya que esto termina pasando factura antes o después.
Los psicólogos ante esto, utilizan una técnica que se llama egoismo primario y que consiste en darte tu a ti mismo primero para poder dar a los demás, después, más y mejor . Pero claro la palabrita egoismo suena de una manera un poco rara en los tiempos en los que vivimos; por tanto, debemos cambiarla por una palabra nueva que suena mejor y que llamaremos generosidad primaria.
Jesucristo nos decía que amasemos al prójimo como a nosotros mismos pero podríamos cambiarlo por: trata a los demás como te tratas a ti mismo o mejor aún, trátate como tratas a los demás. Es decir, date a ti mismo el trato que procuras darle a los demás. Por eso, cuando no seguimos esta regla terminamos por pasarle a los demás la factura de nuestros sacrificios, sintiéndonos hostiles y pensando en cada momento que se encuentran en deuda con nosotros. Esto termina por enfriar, por decirlo finamente, la relación y se terminan por volver muy insatisfactorias.
No puedes evadir tus responsabilidades pero si puedes reivindicar tus necesidades. Tienes que hacer un balance de las cosas que haces por ti y de las cosas que haces por los demás. Pero también tienes que aprender que cuando te das a ti, otros aprenden la forma en que tu quieres ser tratado.
Darte a ti mismo no sólo no te quita capacidad de dar, sino que hace que eso que das sea más sincero y gozoso para ti y para todos.
Dejo arriba la imagen de un libro que nos puede ayudar a entender un poco mejor todo esto de lo que hemos hablado.
Un saludo para todos y para mi AMIGA que espero que le ayude un poco esta reflexión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Interesanta reflexión... Sobre todo porque en los últimos tiempos he aconsejado a varias personas que sean un poco egoistas. Que dejen de darse para que el resto les absorba... y les vivan.
Publicar un comentario