08 diciembre 2010
DE LO QUE LLAMAMOS DESEO.
Decía Aristóteles que el deseo es una de las clases de apetito, que es irracional y deliberado. Zenón lo enmarcaba dentro de las cuatro pasiones a saber: deseo, temor, dolor y placer. Cicerón nos lo introduce en los dos tipos de bienes bienes deseo (bienes futuros) y bienes alegría (bienes presentes), y los opuestos a ellos: males temor (males futuros), y tristeza (males presentes). La palabra líbido es la que usó Cicerón para lo que llamamos deseo.
Cuando esta palabra la ponemos en referencia con la religión aparece otra nueva que llamamos concupiscencia que Santo Tomás niega que se halle solamente en el apetito sensitivo lo cual, no significa que se extienda por todas las formas de apetito ya que los deseos pueden ser sensibles y racionales y aspirar a bienes legítimos que no se poseen. Sería un error confundir el deseo solamente con el amor o la delectación. Santo Tomás dotaba al deseo de una especie de ambivalencia en función del fin al que estuviese dirigido ya que la bondad o maldad del mismo dependían de lo deseado en cuestión.
El que la palabra concupiscencia goce hoy de tan mala prensa es debido a que algunos se han encargado de encasillarla como apetito de los placeres haciendo olvidar el verdadero sentido de la palabra en realidad.
Hoy, se vé el deseo como una especie de pasión del alma y la cosa va más encaminada al plano de la psicología que al de la filosofia. Descartes decía que la pasión del deseo es una agitación del alma causada por los espíritus que la disponen a querer para el porvenir cosas que se representan como convenientes para ella.
Locke afirmaba que es la ansiedad que un hombre halla en sí a causa de la ausencia de algo cuyo presente goce lleva consigo la idea de deleite, es lo que llamamos deseo, el cual es mayor o menor según que la ansiedad sea más o menos vehemente.
Así podríamos seguir nombrando a personajes actuales que hablan sobre la palabra en cuestión. Pero una mención especial es la que hace Sartre que dice varias cosas sobre el deseo muy interesantes. Él no considera el deseo como una pura subjetividad ni pura apetencia como puede ser la del conocimiento. El dice que el deseo es algo que yo me hago a la vez que estoy haciendo algo al otro como deseado (esto se entiende fenomenal en el plano sexual), lo cual hace que el deseo sea un ideal imposible debido a que aspira a poseer la transcendencia del otro, es decir que reduce al otro a una simple facticidad por que se haya en medio de mi mundo y quiere que esta facticidad sea perpetua. Dicho en lenguaje asequible; que tratamos de reducir al otro como un objeto cuando lo deseamos y no tenemos en cuenta su transcendencia (deseos, aspiraciones, etc.), deseo de posesión material y nada espiritual. Como véis, esto tiene su miga y mucha tela que cortar.
Un saludo para todos.
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1 comentario:
después de Niza. Gracias
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