Esta mañana, en el trabajo, hemos hablado sobre la voz de los pensamientos y he dicho a mi amiga Paky que hoy escribiría sobre ello. Pues bien, un vez dicho vamos a ello.
¿Podríamos acallar los pensamientos que nos hablan sin parar en nuestra cabeza?, ¿Quién será esa voz? y, ¿es posible ir más allá del pensamiento?.
Los monjes budistas zen y en esencial la doctrina del zen, consiste en ir más allá del pensamiento. Cuando hay muchos espacios sin pensamientos en la mente, no inconscientes sino conscientes pero sin proceso mental, interrumpe el estado de paz que ha estado siempre ahí. Todo ello, se ve alterado por el ruido mental de nuestros pensamientos.
El sufrimiento es una parte importante que nos somete y nos soyuzga a ese ruido mental. Entonces, ¿cuál es el primer paso para acallar la mente? Es tomar conciencia de que esos espacios existen en un día normal. Estas mirando un árbol, al cielo o a las nubes y, de pronto, te das cuenta de que nos estás pensando en nada, solamente tienes la percepción y la conciencia a través de la cual, esta sucediéndo eso pero te das cuenta de que no piensas nada más que en eso. Podríamos decir que se trata de un espacio en medio del ruido mental que producen nuestros pensamientos.
El primer paso para controlar ese ruido consiste en darse cuenta de que, sin hacer nada, esos espacios existen en nuestra vida. Una vez que tomamos conciencia de ello, lo intentaremos buscar de una manera activa. Podemos hacer cosas que no se aparten de nuestra vida cotidiana como puede ser lavarnos las manos, subir en el ascensor, esperar el autobus... Solamente la percepción y la conciencia. Esos pequeños momentos en los que no pensamos sino que estamos conscientes sin pensar son la base de nuestro avance. Es preferible tener varios pequeños momentos al cabo del día que una hora de meditación y luego no tener nada más. Cuando vamos dominando esta situación es cuando vamos entrado en los estados de conciencia pura, es decir, sin el ruido de los pensamientos que pasan a ser una forma condicionada del pasado. Casi toda la gente se encuentra atrapada en un sentido del "yo" que depende de los pensamientos condicionados y de la imágen mental que tengo del "quién soy yo". Dicho de una manera más sencilla, tenemos una identidad que procede de nuestros pensamientos. Esto nos hace que solamente nos movamos por la superficie de nuestra vida sin nunca profundizar más en ella.
Éste tipo de vida superficial es la que nos termina provocándo la insatisfacción y el sufrimiento ya que tu vida carece de toda la profundidad que necesita.
Entonces, me pódríais preguntar: ¿Quién soy yo si no soy mis pensamientos? Y yo os respondería que no somos nuestros pensamientos, sino el espacio desde el que surgen esos pensamientos. Otra pregunta: Si, pero; ¿qué es ése espacio? y yo os diré: Ése espacio es la conciencia misma. La conciencia es pura y por tanto, no tiene forma. Todo lo demás en la vida tiene forma.
Para experimentar de esta conciencia necesitamos una quietud interior. Tenemos que buscar la forma de encontrar la quietud interior; buscar ése momento ya que sino, de todo lo que hemos hablado anteriormente no se entendería.
Cuando logras dominar ese estado de conciencia-quietud, comprendes muchos de los pasajes de los evangelios de Cristo y de la mayoría de las religiones ya que la esencia-consciencia es la misma casi en todas.
Pensadlo un poco.
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