Sufrimiento. |
Muchas veces podemos sentir miedo de cómo somos en realidad pero preferimos hablar de cómo nos gustaría ser. No nos gusta que nos vean cómo podemos odiar a alguien ya que el odio es el alimento del yo, que es capaz de debelitar con una fuerza terrible la falsa individualidad que poseemos. Podemos decir que nuestro ego no se elimina con la aguda potencia del intelecto sino con la suave experiencia de la compasión. Como los eruditos, tratamos de buscar el ruido que produce un vanidoso aplauso y no cómo los sabios que caminan en silencio intentando olvidar todo aquello que les ha contaminado el arte de la vanidad. Mediante el conocimiento se va eliminando la ignorancia acumulada; esa ignorancia que alaba el mito y que no es tan sencillo de destruir porque algunas veces hay que arrancarlo de raiz ya que ha prendido en el alma humana por la fuerza emocinal que posee.
Cuando desgranamos un pensamiento que tenemos y lo hacemos de una manera meticulosa, observaremos como se descompone y se diluye perdiendo su consistencia hasta convertirse en nada. Es lo lógico y lo normal ya que se trataba de un mero fantasma emocional que nos ha estado asustando hasta que nosotros se lo hemos permitido que lo hiciese. La solidez de nuestras creencias emocionales muchas veces tiene detrás un mito que las sustenta y que tendrá más o menos intensidad en función de los intereses que pueda proteger o que pueda consumir. Es más, los peores patrones de pensamientos emocionales que residen en nuestra mente se construyen mediante palabras que no contienen la verdadera información.
Lo siento Paky, hoy tocaba un poco de Tao que hace tiempo que no ponemos nada. Un saludo para todos.
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